Conforme la tecnología digital y las redes sociales forman cada vez más parte de nuestra vida, es posible notar cómo estos medios reproducen las violencias estructurales, por motivos de género, que imperan en las dinámicas sociales. La violencia contra mujeres y niñas ha escalado rápido en el ciberespacio, generando amenazas en contra de su seguridad e integridad, tanto online como fuera del espacio digital.
La violencia de género a través de la tecnología se define como cualquier acto que ocurre o que se dispersa usando herramientas digitales o tecnológicas que repercuten en mujeres y niñas (por razones de género), ya sea en su salud física, sexual, psicológica, en una participación plena en la dimensión social, política o económica.
ONU Mujeres reporta que cerca del 40 % de las mujeres ha sido víctima de violencia de género en ecosistemas digitales que operan en Internet.
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Las formas más comunes de este tipo de violencia son: difamación, acoso cibernético, expresiones de odio, suplantación de personalidad y/o “astrosurfing” (un esfuerzo colectivo para compartir contenido que genera daño, imágenes y videos de abuso), amenazas violentas, y la distribución de imágenes sexuales sin autorización.
El internet y las redes sociales están llenas de violencia, especialmente contra mujeres y niñas.
En 2014 se llevó a cabo uno de los hackeos más visibles, cuando se filtraron más de 500 fotos de mujeres y niñas en internet y se hicieron virales. Estos ataques cibernéticos implicaron la distribución sin autorización de fotos y videos con contenido sexual, conocido como “venganza pornográfica” (“porno shaming”).
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Desde esa fecha hasta ahora se reconoce la existencia de crímenes sexuales o de género que ocurren en el espacio digital —en internet, en la nube— o cuya comisión se facilita a través del uso de tecnología. Esto incluye delitos como el acoso, la explotación, la distribución de pornografía infantil y el uso de espacios cibernéticos en contra de las mujeres, donde se les margina y ocurren actos de misoginia.
Según Kara Alaimo, especialista en comunicación y autora de Why Social Media is Toxic for Women and Girls – And How We Can Take It Back, la misoginia extrema estaba segregada en su mayoría en lo que se conoce como la “dark web”, sin embargo, desde hace aproximadamente seis años a la fecha, cada vez vemos más contenido violento en contra de mujeres y niñas en diversas plataformas, sobre todo en redes sociales. Esta situación pone en peligro a las mujeres fuera del ciberespacio, en el ámbito físico, porque enfatiza el eco en discursos de misoginia y discriminación sobre nuestros cuerpos y existencias.
Cada vez es más común que se exhiban y amplifiquen videos con contenido de violencia sexual contra mujeres en redes sociales, lo que lleva a una “normalización” de la violencia, al punto de ser validados por una mirada que encuentra “cómico”, de entretenimiento o espectacularización actos de humillación y odio.
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En otro de sus libros, Over the Influence, Alaimo describe cómo las redes sociales afectan cada vez más las vidas de todos, pero en particular las vidas de las mujeres.
Las redes sociales son un espacio para empoderar a las personas, crear ecosistemas para la generación de contactos, relaciones laborales e intereses relacionados con la profesión y las carreras. Sin embargo, la autora señala que las redes sociales reflejan la realidad social a la que están sujetas las mujeres y replican las injusticias, las discriminaciones y la inequidad de género.
Por ejemplo, recientemente se ha estudiado cómo los posts de las mujeres, por lo general reciben menos hits que los de los hombres, porque perdura la concepción patriarcal de los hombres como figuras más expertas, destacadas, profesionales; al punto de ser vistos como mejores líderes que las mujeres.
En lugar de que las redes sociales sean un medio para impulsar y afianzar las capacidades ganadas por las mujeres, están operando en una dirección que apunta a su control y dominio.
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Como sociedad tenemos que cambiar nuestra manera de actuar. Debemos reconstruirnos para entender que la discriminación, la violencia y el acoso en contra de las mujeres es ilegal y debemos hacer todo lo que está en nuestras manos, en lo individual y como organizaciones, para educarnos, capacitarnos y compartir las herramientas que se necesitan para eliminar los actos que violentan a las mujeres, en cualquier ámbito o espacio, físico o cibernético.
En mi opinión, como sociedad, es hora de evaluar a los buscadores, las plataformas, las redes sociales e invocarlos como entidades con accountability, que deberían hacer algo frente a los delitos y actos de violencia que están siendo cometidos, con especial ensañamiento en contra de mujeres.
Existen formas de detener o contener esta cultura de la violencia que sucede en el ciberespacio, en la que el anonimato puede resultar en que no haya responsables de estos actos ni forma de detenerlos.
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En este sentido, también debemos identificar si los legisladores a nivel mundial están haciendo algo para evitar que el espacio digital sea un lugar en el que se continúe victimizando a mujeres y niñas y, desde la configuración legal de delitos que se comenten, se sancione a quienes los cometen, hasta hacer del ciberespacio un lugar seguro para todas y todos, sin violar el derecho a la libre expresión de las ideas.
En un mundo globalizado debemos apuntar a una definición consensuada de aquello que conforma “violencia digital por razones de género”, para entonces definir a los responsables y acciones viables.
*María Teresa Paillés es socia de SMPS Legal. Se especializa en inversiones inmobiliarias, fusiones y adquisiciones, operaciones de financiamiento, licitaciones públicas y derecho corporativo general. Es socia fundadora y presidenta de Abogadas MX, una ONG que promueve el desarrollo profesional de mujeres abogadas, y columnista en temas de género en el sector legal para LexLatin.
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