Cuando toca hablar de crear contenido a veces cuesta aterrizar las ideas, hacer algo novedoso o al menos llamativo dentro de este inmenso océano del social media o las plataformas streaming.
En este vasto entorno de creación y repetición, los creadores de podcasts y vlogs —blogs en formato de video— tienen como una de las principales preocupaciones sumar valor para competir.
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En gran medida, la calidad sustantiva del contenido, como explica Camilo Suárez, director del área de propiedad intelectual de Philippi Prietocarrizosa Ferrero DU & Uría - Colombia, proyecta un mayor alcance de usuarios y consumidores, “de ahí que los autores predilectos se perfilan en función de los atributos de su contenido, que abarcan un amplio espectro de factores como el estilo del mensaje, densidad de la información, duración de la información e impacto, entre otros”.
Sumar valor también depende de respetar la propiedad intelectual de terceros, en caso de que se use material ajeno en los contenidos propios, y de informarse correctamente sobre el uso adecuado de material protegido. Es, como dice Alejandro Díaz, productor y youtuber conocido como Cerveza Tipo , “comprender que la parte más importante del uso justo es el contenido transformativo de lo que se hace. Es decir, ¿qué tanto se puede transformar cierto contenido de tal forma que ese contenido cumpla con el uso justo y sea lo suficientemente original y llamativo?”.
Actualmente, muchas plataformas facilitan la vigilancia del material cargado, como YouTube, que incorporó una herramienta que permite detectar y avisar a un creador si alguien está usando parte de los videos que publicó allí.
Con el aumento de la vigilancia, aumenta también la protección y observancia de los derechos de propiedad intelectual de todos a la vez que disminuyen las infracciones.
Uso justo del contenido
“Utilizar sin autorización y, por ende, de manera irregular apartados, extractos, contenidos plenos y, en general, información que se encuentre protegida por vía de derecho de autor o algún mecanismo de propiedad industrial, sin verificar si tal uso encaja y se adecúa a los casos que las normas contemplan como exceptivos” son los principales errores que los creadores cometen al momento de publicar, indica Suárez.
En este tema, es importante:
- El deber de cita y el uso proporcional y limitado del contenido preexistente.
- Buscar la autorización de uso de los autores de la música, imágenes o cualquier otro elemento intangible que no le pertenezca al titular o creador del vlog o podcast, a fin de no violentar los derechos de terceros.
- Registrar tanto los derechos de autor sobre el contenido de las publicaciones, como el nombre del espacio como marca, “de esta forma, el autor cuenta con protección legal", dice Moira Ascarrunz, socia de Bufete Aguirre, Quintanilla, Soria y Nishizawa - BAQSN.
La transformación de contenidos: casos judicializados
Al final del camino, el mejor enfoque para el uso justo del trabajo de otras personas es crear contenidos originales “que no correspondan a adaptaciones de contenidos ya existentes”, avanza el experto de PPU.
“El punto radica en que los contenidos ya existentes no deben sufrir transformaciones, pues ello implicaría precisamente que el contenido no es nuevo, por lo que no solo no estaría protegido sino que bien podría lesionar el ámbito de protección de derechos ajenos”.
El desconocimiento involuntario o premeditado de las normas básicas de la propiedad intelectual son los principales “asesinos” de un contenido de valor. Sobre esto hay varios casos conocidos, como el de las podcasters estadounidenses Ashley Flowers y Brit Prawat, hosts de Crime Junkie, quienes se vieron obligadas a retirar de las plataformas varios de sus capítulos, luego de que una periodista las acusó de citar, sin atribuir, su relato sobre un crimen investigado por ella para Arkansas Democrat-Gazette.
La misma situación se presentó con el actor Robert Downey Jr., demandado ante el Tribunal Superior de California en Los Ángeles por Paul Morantz (abogado y periodista de investigación estadounidense), quien lo acusó de la infracción de derechos de autor, ya que el intérprete usó —sin atribución (ni que hubiese mediado compensación de uso alguna)— su investigación sobre Synanon, un centro de rehabilitación de drogas que se transformó en un culto.
“Lo importante es siempre tener en claro dónde están los límites para la apropiación o plagio, así como los límites para la realización o el análisis. Cómo hacer uso correcto de material protegido por terceros depende de que se añada algo que haga del contenido algo transformativo. Hacer una crítica musical o la revisión de una obra añade valor”, indica Díaz.
Así que siempre cabe preguntarse si se están añadiendo ideas nuevas, lo que al final despeja el camino de controversias por infracciones a la propiedad intelectual de terceros y abre la vía para la monetización.
Monetizar depende de la propiedad asociada con podcasts y vlogs
El mercado de los podcasts y vlogs fue tasado en Estados Unidos en alrededor de 18,52 mil millones de dólares, en 2022. Adicionalmente, expertos estiman que este crecerá hasta 27,6 % para 2030.
Dentro de este mercado, altamente accesible por ser a demanda, en línea y multisoporte, la mayoría de los temas se dividen entre noticias, política, sociedad y cultura, comedia y deportes. Este ecosistema pesa dentro de la producción y publicación de contenido, por lo que su importancia ha aumentado en los últimos años, así como la necesidad de hacer lo más viable posible su monetización.
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El principal activo intangible protegible y monetizable es la marca: el nombre de cualquier espacio es su marca y, como tal, debería registrarse para poder contar con derechos exclusivos sobre esta.
Otros intangibles monetizables dentro de un vlog o podcast son, como explicó Óscar Reyes, asociado sénior de Bustamante Fabara, son:
- Los signos distintivos (marcas, nombres comerciales, indicaciones geográficas, lemas comerciales, marcas sonoras y en movimiento).
- Las imágenes y diseños particulares.
- Los elementos pertenecientes al derecho de autor, como la música y sonidos originales.
- Las interpretaciones artísticas y los textos usados, además de todos los derechos conexos derivados de la comunicación pública, reproducción del contenido y ejecuciones artísticas de la obra.
De manera artesanal, algunos creadores, como Díaz, protegen (o al menos señalan su autoría) en la mesa de edición: “desde poner marcas de agua que se vean en cierta forma por encima del contenido o usando otros trucos de edición que revelen que yo soy el creador de ese contenido”.
Para aprovechar y utilizar los derechos de forma lícita, sobre todo si se genera contenido propio, se recomienda registrar las obras (o los episodios de interés) “pues, la inscripción puede constituir una prueba autoral o de titularidad”, recuerda Reyes, quien precisa que “el derecho de autor, por virtud de la normativa, se protege desde el momento de la creación intelectual, siempre que la misma cumpla con el requisito de originalidad, aunque no medie su inscripción”.
Adicionalmente, las marcas registradas pueden ayudar a crear una marca cohesiva con logotipos, imágenes y frases distintivas, lo que eventualmente puede ayudar a expandirse a otros medios o plataformas.
Una vez se cubren todas las aristas de la propiedad intelectual, deben aplicarse otras estrategias que añadan valor a los podcasts o vlogs y que medios expertos resumen (a veces más, a veces menos) en cinco pasos:
- Hacer contenido para las audiencias y no para complacer los gustos del creador.
- Conocer a los seguidores para llenar siempre sus expectativas.
- Involucrarlos en nuevos contenidos o hacerlos reaccionar al episodio e involucrarse con ellos, dándoles siempre la mayor cantidad de respuestas y feedback posible.
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