¿Qué expectativas plantea para América Latina el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca?

El mayor énfasis de Trump en este nuevo gobierno será hacer crecer la economía./ Unsplash, The Now Time.
El mayor énfasis de Trump en este nuevo gobierno será hacer crecer la economía./ Unsplash, The Now Time.
Expertos creen que Trump se enfocará más en la política interna que en el escenario internacional.
Fecha de publicación: 17/01/2025

Donald Trump inicia un segundo período al frente de la Casa Blanca con muchas tareas pendientes, dos de las cuales motorizaron su regreso al poder: impulsar el crecimiento económico de un país que es el mayor mercado del mundo, y restar protagonismo a China, el archirrival económico que ha venido ganando la guerra comercial con una agresiva política de importaciones.

En líneas generales, si bien Trump ha abierto muchos frentes de batalla durante su corto período como presidente electo, los analistas no prevén que su estrategia se diferencie de manera sustancial de su anterior gobierno, por lo que se prevé que sus políticas prioricen la situación interna antes que el contexto internacional. No obstante, la variación pudiera venir por los renovados bríos que ha adquirido la lucha con China, habida cuenta de que amenaza la supremacía que EE. UU. ha ejercido en el último siglo, especialmente en América Latina, región que parece haber encontrado en la lejana Pekín la atención que no ha tenido de Washington.


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El estado de las cosas

Por experiencia propia, Trump sabe que los mandatos de un solo período no suelen dejar huella en la política interna. Sin embargo, muchos analistas estiman que las circunstancias que debió enfrentar Joe Biden y los cambios mismos en la dinámica mundial sentaron precedente para cambios, en particular, en la regulación que desde el gobierno federal se debe hacer al sector privado, a fin de restringir el poder de las grandes corporaciones.

Ello se ve reflejado en dos acciones concretas: el alejamiento de los demócratas de la liberalización comercial y la imposición de aranceles a China, a lo que necesariamente debe agregarse la puesta en marcha de una política industrial para el desarrollo, en suelo americano, de sectores claves para la seguridad nacional, como el de semiconductores, o el repensar el futuro de la industria automotriz, que fue pilar del avance americano.

Del mismo modo, los expertos creen que, aunque el desarrollo de alternativas de energías limpias ha sido más bien marginal, al final de su mandato Biden ha puesto freno a las ambiciones desmedidas por aumentar la producción de combustibles fósiles, lo que de alguna manera augura un nuevo panorama para este sector.


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Foco en lo interno

A juzgar por sus promesas electorales, este segundo gobierno de Donald Trump será un poco de 'más lo mismo', tomando en cuenta que su discurso sigue centrado en el ideario de regresar a Estados Unidos a ser la gran potencia política y económica del pasado.

“Las expectativas para este segundo mandato están marcadas por una continuidad en sus políticas proteccionistas y una postura más centrada en los intereses comerciales internos. Aunque es prudente mantenerse cautelosos ante sus declaraciones, especialmente en relación con las posibles nuevas imposiciones arancelarias, ya se conoce el estilo de gobernar y negociar de Trump”, afirma Jorge Mondragón, socio y country chair de la firma Pérez-Llorca en México.

Félix Arellano, doctor en Ciencias Políticas de la Universidad Central de Venezuela (UCV), cree que Trump se va a enfocar en regresar a glorias pasadas, algo que considera no muy realista, pues la historia no se puede retroceder y el espacio perdido es difícil de recuperar.

Para el profesor universitario, el aislamiento que ha experimentado EE. UU. no va a facilitar que el país reasuma un papel más protagónico en el contexto internacional, estimando que ese aislamiento de las organizaciones multilaterales, del orden internacional liberal que ayudó a construir, se va a profundizar en esta nueva gestión de Trump.


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Visión global

Expertos de todo el mundo coinciden en apuntar que la nueva administración de Trump, al menos en lo que respecta a política exterior, seguiría el formato previo basado en el recogimiento, según el que buscará reducir la presencia de Estados Unidos en los conflictos internacionales donde está involucrado, pudiendo, además, cumplir con la amenaza de retirarse de la OTAN.

Esto preocupa principalmente a sus aliados europeos, que prevén un menor apoyo a Ucrania en su lucha contra la invasora Rusia, tomando en cuenta que Trump, aparte de sus buenas relaciones con Vladimir Putin, ha expresado que Kiev debió hacer concesiones a Moscú para evitar el conflicto. De cumplirse este previsto, el apoyo de las naciones europeas a EE. UU. podría verse seriamente afectado.

De igual manera, su cercanía a Israel es vista como un seguro apoyo a la causa sionista contra Palestina, lo que dejaría más dudas sobre el fin de la desigual guerra y pondría entredicho los avances de los Acuerdos de Abraham, que buscan normalizar las relaciones entre Israel y los países árabes.


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Perspectivas regionales

En relación con América Latina, Arellano, exrepresentante alterno de Venezuela ante la ALADIobserva que desde hace años se viene incrementando el desinterés de Estados Unidos por la región, lo que a su entender ha dado puerta franca a China para afianzar su influencia en la región, con proyectos de inversión muy importantes, particularmente en infraestructura, así como la firma de tratados de libre comercio, el último de los cuales se selló con Ecuador.

Una revisión de los recursos invertidos por el país norteño en la región permite apuntalar la opinión del especialista: entre 2003 y 2013, el monto invertido por EE. UU. en América Latina se incrementó 82 %, mientras que las cifras invertidas entre 2013 y 2023 solo se elevaron 42 %, dejando claro que la región ha perdido atractivo para la inyección de fondos.

“No tengo mayores expectativas sobre un trabajo más cooperativo ni una labor más protagónica de EE. UU. en la región, no solo en las áreas tradicionales, sino en nuevos temas, como el ecológico”, acota Arellano.

Por su parte, Mondragón tiene una visión más positiva, asegurando que aunque la relación entre Estados Unidos y América Latina no se presenta como sencilla, existen áreas donde la región puede beneficiarse de una cooperación más estrecha con la administración Trump.

“Existen oportunidades de avanzar hacia una región económica más integrada, siempre que se manejen adecuadamente las tensiones comerciales y políticas”, comenta.

 


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La piedra en el zapato

El tema migratorio es posiblemente el que mayor revuelo ha causado desde que Trump resultó electo, pues muchas de las amenazas conferidas a sus vecinos regionales se basan en el reclamo por las oleadas migratorias que llegaron a Estados Unidos en los años de la administración Biden.

Promesa incumplida de su gobierno anterior, sellar la frontera con México con un muro, podría ser una de las prioridades del reincidente inquilino de la Casa Blanca, una titánica tarea que podría nuevamente no llevar a término por los ingentes costos que ello representa y el rechazo que el planteamiento tiene del lado mexicano.

Nueva arista en esta materia es la promesa de llevar a cabo deportaciones masivas de millones de inmigrantes ilegales, algo que no solo será difícil de cumplir sino contrario para su meta de devolver la prosperidad económica al país y hay razones reales para ello.

“Sacar a 11 millones de personas que forman parte de la masa laboral haría bajar la producción porque los estadounidenses no van a asumir esos puestos de trabajo, lo que haría que los precios suban”, ha señalado Laura Rodríguez, vicepresidenta de asuntos gubernamentales del Center for American Progress (CAP), instituto de investigaciones políticas con sede en Washington.

Rodríguez dice que ya ha habido experiencias al respecto y los resultados han sido adversos, como ocurrió en el estado de Georgia. Se refiere a la deportación masiva en ese estado sureño llevada a cabo a finales de los años 90, lo que trajo como consecuencia el derrumbe de la economía estatal, particularmente del sector agrícola, sostenido casi en su totalidad por inmigrantes.

Al respecto, Félix Arellano señala que, contrario a su proceder hasta ahora, una vez instalado en la Oficina Oval, Trump podría tratar de promover más diálogo que debate con los gobiernos de la región para buscar una salida rápida al tema. Recalca que el presidente se apoya en un equipo de gobierno conformado por más latinos, que podría inclinar la balanza hacia una visión más abierta respecto a los inmigrantes.


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La incógnita arancelaria

En su campaña electoral, Trump planteó la imposición de aranceles como barrera de contención para frenar la inminente entrada de productos chinos a suelo americano, amenaza que no solo ha provocado inquietud entre sus mayores socios comerciales —Canadá y México—, sino en todo el vecindario, pues una medida como esa tendría consecuencias para todas las naciones que exportan a Estados Unidos, país que, sin duda, sería el más perjudicado.

“Aumentar los aranceles o imponer un nuevo arancel a los productos que vengan de México y Canadá va a perjudicar directamente al consumidor estadounidense, pues ese aumento se va a trasladar al costo de los productos”, comenta Laura Rodríguez.

Recuerda que, además, afectaría toda la cadena productiva de los tres aliados del T-MEC, el tratado comercial que involucra a México, Estados Unidos y Canadá, el mercado más apetecido del mundo.

Sobre este particular, un estudio adelantado por el CAP señala que la imposición de aranceles a los bienes importados de los países vecinos implica un alza de costos de entre 3.000 y 4.000 dólares anuales para cada familia estadounidense, demostrando el efecto contrario que tendría la medida.

Mondragón, por su parte, dice que esta es una posibilidad real ante el enfoque proteccionista de Trump, lo que podría venir acompañado de una reducción de regulaciones para favorecer a las industrias estadounidenses, especialmente en sectores clave como la energía y la manufactura.

El tema cobra especial significación ante la revisión a la que deberá someterse el T-MEC en 2026 y, aunque de momento el nerviosismo sacude a los mercados ante el anuncio de Trump de “renegociar” el acuerdo, el especialista de Pérez-Llorca confía en que los esfuerzos para mantener una relación estrecha y beneficiosa que se están dando, tanto desde la iniciativa privada como del sector público, permitirán un entendimiento en esta materia.

En este mismo sentido, Guillermo Sánchez Chao, socio de Greenberg Traurig – México, cree que la revisión planteada para el próximo año implicaría presiones por parte de EE. UU. para endurecer las reglas de origen, especialmente en sectores de interés estratégico, pese a lo que espera que se logren acuerdos satisfactorios para todas las partes.

“Aunque el proceso comenzará con posturas rígidas, se espera que, como en cualquier negociación, haya espacio para el diálogo y el ajuste. Será muy relevante el rol que desempeñen durante este proceso los organismos y cámaras empresariales”, dice.


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El dilema petrolero

Además del impositivo (prometió bajar de 21 % a 15 % las tasas corporativas y eliminar los impuestos a los pensionados por la Seguridad Social), el otro gran tema que impulsó el triunfo de Trump y que atañe a la comunidad internacional, es el relacionado con la extracción de combustibles fósiles.

“Podemos anticipar una mayor atención a la política energética, posiblemente favoreciendo los combustibles fósiles frente a las energías renovables, una postura que se alinea con sus políticas previas”, apunta Jorge Mondragón.

En efecto, desde su primer gobierno, el magnate republicano planteó la necesidad de aumentar la extracción de petróleo y gas y para ello no tiene prurito en autorizar hacerlo en territorios vulnerables y altamente sensibles al cambio climático, como Alaska, e incluso en tierras que ni siquiera pertenecen a Estados Unidos, como Groenlandia, isla que dice querer comprar.

Lo cierto es que el previsto aumento de la producción local de gas y petróleo afectaría directamente a México, Colombia y Venezuela, países que destinan parte de su extracción de crudo a refinerías estadounidenses, así como las ambiciones de Argentina y Brasil de convertirse en importantes actores del mercado de gas natural licuado, gracias a sus ricos yacimientos.

Adicionalmente, el alza de la producción traería consecuencias en los precios de estos commodities, que bajarían ante una mayor oferta, incidiendo directamente en las economías no solo de los productores regionales sino de todo el mundo.

Por lo pronto, Trump tendrá una dura batalla legal en un intento por revertir una reciente acción ejecutiva de Biden que prohíbe la extracción de petróleo y gas en las costas americanas. Haciendo uso de la Ley de la Plataforma Continental Exterior, la orden presidencial impide nuevas perforaciones en 250.000 millones de hectáreas del Atlántico y el Pacífico, como medida de protección a zonas amenazadas por derrames.

La normativa, que data de 1953, impide que otros mandatarios puedan revocar la decisión para permitir la extracción en los territorios protegidos, aunque Trump ha asegurado que será una de las medidas que echará por tierra. 

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