Los datos que existen en México sobre los cuidados de personas menores, enfermos y personas de la tercera edad resultan de una encuesta realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en 2022, Encuesta Nacional para el Sistema de Cuidados, cuyo objetivo era generar información estadística sobre la demanda de cuidados en los hogares mexicanos y las personas que brindan dichos cuidados.
Además, la encuesta quería indagar las repercusiones en la vida de las personas cuidadoras, en particular las mujeres y el efecto en su vida laboral.
Dicha encuesta confirma que son las mujeres quienes están a cargo de las labores de cuidado, es decir, de atender y gestionar el cuidado de quienes no tienen las condiciones físicas o biológicas de ser independientes: menores de edad, personas con discapacidades, personas enfermas que pueden o no estar hospitalizadas y personas de la tercera edad.
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Algunos datos relevantes de la encuesta son:
- El 78 % de los hogares tienen una persona que requiere cuidados. Existen más de 36 millones de hogares con por lo menos una persona que requiere cuidados.
- El 45,2 % de la población es susceptible de recibir cuidados vs. 54,8 % pueden dar cuidados. Del total de personas cuidadoras de 15 años o más, el 75 % son mujeres.
- En número de horas las mujeres brindan 37,9 horas a la semana vs. 25,6 horas a la semana de los hombres.
- 9 de cada 10 personas que dejan el mercado laboral para llevar a cabo labores de cuidado son mujeres.
Con dicha encuesta se confirma que existe una barrera que impide que las mujeres continúen su trayectoria laboral al asumir las labores de cuidado, ya que estas disminuyen su participación en el mercado laboral y, como consecuencia, su autonomía económica. Y aquellas personas que no abandonan sus trabajos, tienen que disminuir las horas que laboran por una remuneración y eso implica una reducción de oportunidades para crecer, para obtener mejores puestos y entrar a la informalidad.
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Se necesita balancear la carga de cuidados no remunerados entre hombres y mujeres para que más mujeres se incorporen a la economía y los hombres puedan tener un rol más activo en el hogar. Una problemática que existe para generar este cambio resulta de las creencias y percepciones culturales alrededor del tema del cuidado.
Conforme lo señala la encuesta, a pesar de que siete de cada 10 mujeres que quieren trabajar no lo hacen porque no tienen quien cuide a sus hijas(os), ancianos o enfermos, casi toda la población (94 %) considera que cuidar a las personas es responsabilidad de las mismas familias y, con ello, el 54 % de la población no está de acuerdo con llevar a los infantes a alguna guardería o estancia infantil porque se considera que esta es una obligación de la familia. Sin embargo, la carga de esta responsabilidad recae de manera cultural y automática en las mujeres.
Es indispensable que los países identifiquen y diseñen Sistemas Nacionales de Cuidados que incluyan procesos educativos para llevar a cabo cambios en las costumbres y en los sesgos culturales, para que no sean solo las mujeres quienes ejerzan las funciones de cuidadoras. Esto en el fondo implica que la sociedad acepte que los cuidados en el seno intrafamiliar debe articularse con el soporte y el acompañamiento de las instituciones, que para dichos efectos integre el Estado.
Sin embargo, hay que tomar en cuenta que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público de México estima que se requeriría de una inversión pública anual equivalente a alrededor de 1,4 % del Producto Interno Bruto nacional, que podría ser financiada por un sistema tripartito entre el Estado, las empresas y la plantilla laboral.
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El sistema de cuidados y el cambio de paradigma
Los cuidados son un motor para el funcionamiento de cualquier país, permiten que otras personas realicen sus actividades diarias, como estudiar o tener un empleo.
Todavía falta identificar qué servicios deberían ser provistos por el Estado y que satisfagan las necesidades de la población, así como su sincretismo cultural, además de identificar qué infraestructura se necesita para proveer estos servicios.
Redistribuir los cuidados reduciría una barrera para las mujeres que quieren entrar y permanecer en el mercado laboral en México. Para ello, el IMCO propone pasar de un sistema de cuidados que hoy recae principalmente en las familias a uno que sea responsabilidad compartida entre el Estado, las empresas y los hogares. El sistema patriarcal que aún domina la vida de la mayoría de los países hace muy difícil un cambio de paradigma que permita un equilibrio en la responsabilidad del cuidado de otras personas.
Un cambio que es indispensable es implementar políticas como permisos de paternidad obligatorios y con mayor extensión, así como incentivar ambientes laborales más inclusivos que sean compatibles con los cuidados, tanto para hombres como para mujeres.
Mientras no existan estos permisos parentales obligatorios, será muy difícil llegar a la equidad para las mujeres. Este cambio implica que se reconozca el valor de llevar a cabo el trabajo de cuidados y que no sea una actividad “menospreciada” por la sociedad. Solo así habrá un compromiso de los hombres en llevar a cabo una porción de las labores de cuidados de su familia.
Hoy las mujeres que asumen como propia la obligación de cuidar a alguien, ya sean los menores, las personas con discapacidad, personas enfermas o adultas mayores, llevan a cabo una segunda jornada laboral sin paga y sin reconocimiento.
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Se espera que las mujeres trabajen como si no tuvieran a su cargo el cuidado de otras personas y que cuiden a esas personas como si no trabajaran. Se espera que las mujeres sean una especie de “supermujeres”. Esto además de que la doble jornada implica la “carga mental” de estar al tanto de todo lo que implica cuidar a una persona y esa carga mental no es casi nunca compartida con la pareja hombre.
Solo las mujeres tienen que registrar en sus mentes todos aquellos detalles importantes que son indispensables para cuidar a alguien. Por ejemplo, citas médicas, tareas, hacer las compras, organizar las vacaciones y otras miles de responsabilidades que ni siquiera se toman en cuenta.
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Y, finalmente, falta plantear qué les sucede a esas mujeres que están a cargo de los cuidados de otras personas y que van a vivir más que los hombres de sus familias que son sus contemporáneos. ¿Quién cuidará de ellas?, ¿cuáles son sus recursos (tiempo, dinero, red de apoyo, etc.) para invertir en su autocuidado? Si el Estado no cuenta con un sistema de cuidados y no hay quién asuma ese rol, existe un desequilibrio fundamental en el tema de cuidados que no ha sido reconocido ni atendido aún.
*María Teresa Paillés es socia de SMPS Legal. Se especializa en inversiones inmobiliarias, fusiones y adquisiciones, operaciones de financiamiento, licitaciones públicas y derecho corporativo general. Es socia fundadora y presidenta de Abogadas MX, una ONG que promueve el desarrollo profesional de mujeres abogadas.
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