Théâtre D’opéra Spatial, en 2022, fue la obra ganadora del concurso anual de arte digital de la Feria Estatal de Colorado (EE. UU.), aunque, poco después, su autor, Jason M. Allen, reveló que en realidad no había usado los métodos tradicionales de fabricación de una obra digital (como Photoshop o Illustrator) sino Midjourney, lo cual enfureció a los demás concursantes en la categoría artes digitales / fotografía manipulada digitalmente y el público general.
En un acto de evidente arrogancia, cuando se le hicieron reclamos a Allen por su “engaño” y se le acusó de hacer trampa en la Feria Estatal, el artista dijo que no se disculparía por haberle dado instrucciones a una IA para hacer la obra, su frase “gané y no rompí ninguna regla” fue una lápida en la discusión, al menos de su parte. A pesar de la controversia de aquel momento, los jueces que le dieron el premio a Allen dijeron que, aún si hubiesen sabido que la imagen fue generada por una IA, igual lo hubiesen premiado con el primer lugar.
Con esto, la disputa artística y ética de hace dos años había quedado en el anecdotario de las conversaciones sobre la pertinencia y valor de las inteligencias artificiales generativas y hubiese seguido siendo así si no fuese porque, hace días, un medio estadounidense publicó una entrevista en la que Allen se quejó de que no puede registrar su obra (trámite que está intentando completar desde octubre de 2022), por lo que no puede cobrar derechos de autor por su uso ni puede evitar que otros la usen indiscriminadamente y se enriquezcan con ella. Irónico, ¿verdad?
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“El arte está muerto, amigo. Se acabó. La IA ganó. Los humanos perdieron”
Esta es la otra frase por la cual Allen pasó a la posteridad de autores de frases soberbias y la que muchos han traído a colación en los últimos días, en respuesta a su queja de que terceros están robando su trabajo sobre Théâtre D’opéra Spatial, una acusación que artistas de diversas disciplinas audiovisuales han lanzado durante mucho tiempo contra las herramientas de IA generativa y que muchos, como el mismo Allen hace dos años, han barrido debajo de la alfombra con la displicencia que da el convencimiento de que el arte digital no tiene tanta validez como otras variantes o de que si una obra está en un soporte digital (y, sobre todo, en redes sociales) no está sujeta a derechos de autor o reclamos de algún tipo.
Y esta alfombra en realidad ha cubierto poco y muy mal estas diatribas, especialmente desde el surgimiento casi atropellado de la IA generativa, pero para eso están las leyes y las decisiones legales: Según dictámenes de diversos jueces estadounidenses, las obras generadas mediante herramientas como Midjourney, DALL-E o Stable Diffusion no pueden estar protegidas por derechos de autor, ya que la intervención humana es parte esencial de la autoría.
Aún así, Allen asegura, ante un tribunal federal de Colorado en el que introdujo una apelación para registrar su obra, que esta sí contó con intervención humana porque, luego de darle las indicaciones a Midjourney de cómo deseaba la obra, él modificó algunos elementos con Photoshop y Gigapixel, como ciertos tonos de color.
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Allen ha intentado tres veces registrar su obra ante la Oficina de Derechos de Autor (USCO) de Estados Unidos, solo para encontrarse con esta negativa la misma cantidad de veces (la última fue emitida en septiembre de 2023), antes de recurrir a la apelación la semana pasada. La USCO ha dictaminado una y otra vez que una obra de arte hecha por una IA, aunque premiada, no es elegible para protección por derechos de autor, ya que las protecciones por ley no se extienden a la inteligencia artificial.
Que Allen, como él mismo le explicó a la USCO, le haya dado 624 indicaciones de texto y revisiones de entrada a Midjourney y luego haya manipulado la imagen en bruto con Photoshop para corregir fallas y Gigapixel AI para aumentar la resolución, no lo hace autor, por lo que la obra no es original ni está sujeta a protección. Lo único en lo que coincidió la Oficina con el artista es en que las partes que fueron intervenidas son una obra original, pero las generadas por IA no están sujetas a derechos de autor. ¿La decisión?: Allen puede registrar estas partes intervenidas, pero no toda la obra.
Asimismo, las decisiones en tribunales referentes a otros trabajos de IA generativa también difieren de Allen y no consideran la corrección de color o el haberle indicado extensamente a una IA cómo se desea una imagen, sin mayor intervención artística que el dictado de diversas órdenes, autoría humana o algo similar al “esfuerzo creativo” que Allen asegura volcó en Théâtre D’opéra Spatial.
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Una de las muchas decisiones sobre esto es la que tomó la jueza del Tribunal de Distrito de los Estados Unidos, Beryl A. Howell, quien confirmó que una obra de arte generada por IA no puede estar sujeta a derechos de autor, como también había dicho la Oficina de Derechos de Autor de los Estados Unidos respecto a la petición de una patente hecha por Stephen Thaler, quien quería que se protegiera con derechos de autor la obra A Recent Entrance to Paradise, generada por la IA Creativity Machine, creada –a su vez– por él.
Ante casos como el de Thaler, en marzo, la USCO publicó una guía para la protección y propiedad de obras generadas por IA donde se especifica que cada obra presentada debe analizarse individualmente, como un caso nuevo, bajo la norma básica de que un trabajo creado enteramente por una IA no es susceptible de derechos de autor, mientras que una obra creada por un ser humano con la ayuda de una IA podría ser registrada y protegida bajo copyright.
Mientras el tribunal de apelaciones de Colorado decide sobre Allen y la pieza ganadora de la Feria Estatal, el artista se enfrenta al desprestigio entre un amplio número de artistas de su comunidad y a la pérdida de ganancias que pudiera estar obteniendo si tan solo pudiera registrar su obra y protegerla de quienes están, según él, “robando descara y repetidamente mi trabajo sin compensación ni crédito” creando criptografías o imprimiendo la obra para venderla en plataformas como Etsy.
He experimentado una erosión de los precios en el sentido de que se percibe un menor valor de mi trabajo, lo que ha afectado a mi capacidad para cobrar tarifas de licencia estándar de la industria, le dijo a Colorado Public Radio.
¡Ey!, quizá sí tuvo razón todo el tiempo y, preclaro como jamás pensó que había sido, sí perdieron los artistas humanos contra la IA generativa y el arte murió un poquito aquella vez.
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