Lo que a finales de 2023 fue una noticia más de adquisición de una empresa por otra se ha convertido en un litigio que mantiene expectante a la industria petrolera. En esta adquisición tienen participación dos de las mayores empresas privadas del mundo, en un negocio valorado en más de un billón de dólares.
Los actores principales de esta trama son las estadounidenses Chevron Corporation y ExxonMobil, viejas rivales que ya se han enfrentado en otros escenarios. Esta vez su disputa se centra en el control de Hess Corporation, una empresa que dejó de ser una actriz secundaria para adquirir un papel protagónico en la historia, a la que se ha sumado la china CNOOC, posiblemente con la intención de sacar más dividendos políticos que económicos.
El escenario es Guyana, un pequeño país sudamericano que en los últimos años ha adquirido una relevancia capital por sus cuantiosos yacimientos de gas y petróleo, y cuya importancia geopolítica se ha visto fortalecida por guerras que ocurren a miles de kilómetro de sus ricas costas.
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El origen de la disputa
Cuando a finales de octubre de 2023 Chevron anunció un acuerdo para adquirir, por 53.000 millones de dólares más deudas a Hess Corp, una rival “menor”, el monto de la oferta dio una primera pista de que algo grande estaba en juego, y no era para menos.
Sin visos de un fin en la guerra que mantienen Rusia y Ucrania, y con los peligros que encierra el recrudecimiento del asimétrico conflicto entre Israel y Palestina, asegurar el suministro de crudo en este lado del mundo es prioridad para las petroleras norteamericanas.
Esto, seguramente, fue suficiente motivo para que Chevron hiciera la jugosa propuesta, pues lo que tenía para ofrecer Hess son verdaderos manjares: participaciones en el Golfo de México, en el campo de esquisto de Bakken (Estados Unidos) y en Guyana, definitivamente, el premio gordo.
Desde el inicio del proyecto, Hess es socia en el bloque offshore Stabroek, el mayor reservorio de petróleo descubierto hasta ahora en la costa guyanesa y el mayor hallazgo del mundo en la última década, con entre 11.000 y 17.000 millones de barriles probados y un valor que supera los 1.000 millones de dólares. Hess posee el 30 % del proyecto, mientras que Exxon tiene el 45 % y China National Offshore Oil Corporation (CNOOC) el 25 % restante.
Pero la negociación no sería tan fácil. Apenas se conoció el acuerdo inicial, las alarmas se encendieron en Exxon, líder del proyecto, que sacó a relucir una cláusula firmada por Hess al momento de constituir el joint venture, con la que otros socios tendrán derecho preferencial para hacerse con el porcentaje de sus colegas en caso de retiro o venta, con lo cual podría vetar la transacción.
Desde su sede en Irving, Texas, se ha dicho que no se oponen a la compra por parte de Chevron, pero buscan defender sus derechos en un desarrollo que fundaron de cero.
“Sería permitir que un proyecto de talla mundial se entregue a un tercero sin considerar siquiera el ejercicio de nuestros derechos contractuales”, ha dicho la petrolera privada más grande del mundo.
Aunque en Mountain View, California, el heartcore de Chevron, afirman haber escudriñado el acuerdo de Hess con las otras petroleras, lo cierto es que no se percataron de este ‘cabo suelto’. Esta cláusula, aseguran los entendidos, siempre está presente en los contratos entre empresas conjuntas petroleras de alto riesgo. Por ello estuvieron abiertos al diálogo, pero las conversaciones no llegaron a un término consensuado.
“No hay absolutamente ningún escenario posible en el que Exxon y CNOOC se hagan con la participación de Hess como resultado de la transacción”, ha respondido la cuarta compañía privada del sector más grande del planeta.
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Choque de gigantes
El 6 de marzo de este año, Exxon introdujo ante la Corte de la Cámara de Comercio Internacional (ICC, por sus siglas en inglés) una solicitud de arbitraje comercial contra Chevron para conservar sus derechos preferentes de adquirir el 30 % que posee Hess en el campo Stabroek.
“Solicitamos un arbitraje para proteger estos derechos preferentes. Es muy importante para la empresa y para la industria. La seguridad de los contratos en esta industria es realmente importante. Y asumimos esa responsabilidad”, señaló Neil Chapman, vicepresidente de Exxon, al presentar la solicitud.
Nueve días después, la estatal china CNOOC hizo lo propio y se adhirió a la petición de arbitraje para establecer sus derechos de adquirir el 30 % de Hess en el bloque guyanés.
China busca aumentar sus reservas de petróleo, asegurando sus participaciones en yacimientos de América Latina (también tiene presencia en Brasil y Venezuela). Con ello, el gigante asiático no solo estaría garantizando crudo y gas para satisfacer su creciente demanda, sino que sería una jugada geopolítica de importancia, con la intención de restar presencia a su archirrival Estados Unidos en su propio terreno.
"Tenemos un acuerdo de operación conjunta con socios en relación con el bloque Stabroek. Nos ocuparemos de las cuestiones pertinentes en función de los términos de arbitraje pertinentes", afirmó en ese entonces Xu Yugao, secretario del Consejo de Administración de CNOOC.
Para dirimir esta controversia, el tribunal arbitral que se ha constituido bajo ley inglesa debe nombrar un tercer árbitro antes de comenzar un juicio, que desde ya se perfila como histórico por todas sus implicaciones. Además, está de por medio la aprobación de la compra por parte de los accionistas de Hess, que deberán votar en una junta a celebrarse este 28 de mayo.
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La situación Guayana-Venezuela
El conflicto entre los dos gigantes del petróleo se produce en momentos en que Guayana se divide entre la súbita abundancia y un recrudecimiento del conflicto territorial con Venezuela, que justamente reclama el territorio donde se encuentra el rico yacimiento motivo de la disputa.
Con apenas 800.000 habitantes, de ser una de las naciones más pobres de Suramérica, el hallazgo de crudo ha significado que la excolonia británica haya triplicado su Producto Interno Bruto en apenas cuatro años, que pasó de 5.170 millones de dólares en 2019, a más de 14.700 en 2023, según estimaciones del Fondo Monetario Internacional.
Mientras el país disfruta las mieles de su riqueza súbita, mantiene un conflicto internacional con su vecino por los más de 159.000 kilómetros cuadrados del Esequibo, un territorio que representa cerca del 70 % de la superficie de la actual República Federativa de Guyana, pero que ha estado en disputa por Venezuela desde tiempos coloniales.
En 2018, Guyana pidió a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) dirimir el diferendo con base en lo establecido en el laudo de París de 1899, algo que Venezuela rechaza al asegurar que esa instancia no tiene jurisdicción para decidir en la materia.
Cedido a Guyana en 1899 por un fallo arbitral radicado en París en el que Venezuela no tuvo representación, Caracas no reconoce la soberanía de Georgetown sobre el territorio, por lo que rechaza que Guyana haya otorgado concesiones de explotación de hidrocarburos en la plataforma continental de un territorio que, legalmente, sigue en disputa.
“Rechazamos enérgicamente la ilegal ronda de licitaciones de bloques petrolíferos que actualmente lleva a cabo el Gobierno de la República Cooperativa de Guyana (...), ya que la misma pretende disponer de áreas marítimas pendientes de delimitación entre ambos países", señaló la Cancillería venezolana en un comunicado en septiembre de 2023, a propósito de una nueva ronda de concesiones que considera, incluso, podrían estar vulnerando la soberanía de su actual territorio.
En respuesta, Guyana ha dicho que “se reserva el derecho de realizar actividades de desarrollo económico en cualquier parte de su territorio soberano o en cualquier territorio marítimo correspondiente”.
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¿Qué sigue para el caso entre las petroleras?
De favorecer a Exxon y CNOOC, la fusión de Chevron y Hess quedaría sin efecto y la primera sin posibilidades de participar en uno de los mayores negocios del sector en estos momentos. De ser favorables a su causa, es de prever que el conflicto interempresarial escalará, pues Exxon no parece estar dispuesta a compartir el tesoro descubierto luego de invertir millones de dólares y más de 15 años de trabajo.
Chevron espera que el juicio se dirima en los próximos cinco o seis meses, pero Exxon cree que se extenderá hasta 2025 debido a la envergadura de las empresas y del objeto de discusión.
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