Siempre he tenido la percepción de que tomar vacaciones cuando trabajas en un despacho de abogados es algo impensable, imposible y mal visto. Desde que existe la posibilidad de tener acceso remoto a una conexión de internet, percibo que la gran mayoría de los miembros del despacho —si no son todos— toman vacaciones, pero siempre bajo la regla (implícita) de seguir trabajando en sus asuntos y sin dejar de atender a los clientes. Eso, para mí, no son vacaciones.
A partir de la pandemia del COVID-19, la situación se volvió más complicada, ya que el trabajo remoto (home office) eliminó los horarios de trabajo y los clientes y socios empezaron a exigir trabajo fuera de lo razonable (parto de que lo razonable en un despacho probablemente no ha sido razonable). Esto se evidencia en las exigencias de las horas de facturación y la competencia entre despachos de prestar servicios bajo una disponibilidad ilimitada, sin tomar en cuenta la importancia real del trabajo.
Hasta la reciente reforma en materia de vacaciones en México, que amplía sustancialmente el número de días de vacaciones con derecho a salario y prima vacacional, era muy 'vendedor' ofrecer a los asociados 15 días hábiles de vacaciones desde el primer año. Sin embargo, tomar esos días de vacaciones no era realmente posible por ser algo mal visto por la mayoría de socios del despacho.
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El paradigma subyacente es que irse de vacaciones resultaría en dejar a los clientes sin atender y abandonar el trabajo, lo que realmente no debe ser así. Sí es posible irse de vacaciones y que los clientes sigan recibiendo servicios de la firma de una manera profesional, eficiente y en los plazos requeridos, todo es cuestión de trabajar en colaboración entre asociados y socios.
Tomar vacaciones o desconectarse del trabajo es algo indispensable en la vida de todas las personas. Esta desconexión es necesaria para la salud física y mental, para manejar o reducir el estrés y evitar el burnout (agotamiento extremo por exigencia laboral) de los miembros de cualquier organización.
Tomar vacaciones siempre ha sido necesario en mi vida. Puedo reconocer que soy una ‘workaholic’ (adicta al trabajo), me encanta lo que hago y lo puedo hacer horas y días sin parar. Sin embargo, tomar vacaciones y desconectarme me es tan importante como mi trabajo. Viajar es mi pasión y trato de hacerlo con la suficiente periodicidad que necesito para mantener mi sanidad física y mental (y porque todavía me faltan muchos lugares maravillosos que visitar).
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Hace más de 26 años, cuando empecé a trabajar en un despacho, descubrí la forma de irme de vacaciones: pidiendo apoyo a mis pares, coordinando con otros asociados para que se hicieran cargo de manera responsable de los asuntos a mi cargo. Mi compromiso era que cuando mis compañeros asociados se quisieran ir de viaje, yo me haría cargo de todos sus asuntos. Así lo he seguido haciendo con mis socios desde hace más de 22 años. Hoy agradezco a todos los colegas que me apoyaron y me siguen apoyando, para desconectarme e irme de vacaciones.
Desde que existe el correo electrónico, lo programo para que una copia de todos los e-mails le sean enviados a la socia o socio que me suplirá para que no haya ningún asunto que no sea atendido correctamente. Todos mis asuntos se quedan a cargo de un equipo conformado por asociados y pasantes que conocen cada operación en su totalidad y saben que están bajo el encargo de un socio.
Siempre existe una forma de trabajar de manera coordinada y colaborativa que permita a unos apoyar a los otros y así tener el derecho a la desconexión. Mis clientes saben que hay alguien en el equipo que los va a atender correcta y eficientemente, sin que sus asuntos se vean afectados de manera negativa.
Como socios de despachos no podemos pensar que nuestros equipos legales y administrativos tienen que tomar vacaciones bajo la máxima de mantenerse trabajando y conectados. Tampoco podemos pensar que nuestros colaboradores que trabajan de manera remota, cuando lo hacen desde otra ciudad, están de vacaciones. Estas son premisas equivocadas y destinadas al fracaso.
Históricamente, son pocos los asociados de despachos que permanecen y se convierten en socios, ha habido una gran deserción por todos los sacrificios que implica llegar a la sociedad en los despachos. Muchos de quienes conforman las generaciones más jóvenes no están dispuestos a sacrificar su presente por un futuro incierto, quieren vivir o generar experiencias con significado y que les dejen satisfactores profundos. Tenemos que reestructurar nuestras firmas para retener talento, tomando en cuenta las necesidades y expectativas de nuestros colaboradores que son de generaciones jóvenes y que tienen expectativas de vida muy distintas de las que teníamos quienes hoy somos socios.
Debemos reconocer y asumir el derecho a la desconexión y, por lo tanto, establecer reglas claras y permitir a los colaboradores de nuestros despachos ejercer este derecho.
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*María Teresa Paillés es socia de SMPS Legal. Se especializa en operaciones e inversiones inmobiliarias, fusiones y adquisiciones, operaciones de financiamiento, licitaciones públicas, así como derecho corporativo general. Es socia fundadora y presidenta de Abogadas MX, una ONG que promueve el desarrollo profesional de mujeres abogadas.
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