En la era de la hiperconectividad creer que todo el mundo tiene acceso a un teléfono móvil con internet es sesgado. De hecho, en términos de inclusión financiera, es una de las principales barreras en América Latina. ¿A qué se debe? Por un lado, internet todavía no se considera un servicio esencial en varios países de la región. Por otro parte, la información está dispersa y fragmentada.
Según datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), las principales barreras de acceso a las finanzas abiertas en la región son: el porcentaje de población que no usa internet (24 %), el diferencial de tasas de interés (5,8 %), el porcentaje de población sin documento de identidad (5 %) y el costo de datos móviles (2,2 %).
Si bien las finanzas abiertas tienen un rol clave en la democratización del acceso a los servicios financieros, eliminar las barreras de entrada y simplificar la interoperabilidad entre proveedores y plataformas fintech es apenas el primer paso para llegar a aquellos ciudadanos excluidos del sistema financiero.
Daniel Fonseca, jefe de la División de Conectividad, Mercados y Finanzas del BID, señala que el 80 % de los actores del sector público de la región cree que es necesaria alguna forma de regulación para las finanzas abiertas en América Latina y el Caribe.
“A su vez, el 94 % de las fintech opina que la preexistencia de la regulación para compartir datos financieros tiene un impacto positivo en el crecimiento y la madurez de las finanzas abiertas”, comenta.
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¿Qué son las finanzas abiertas y cómo pueden influir para democratizar la inclusión financiera?
Las finanzas abiertas promueven la transparencia y la competencia en el sector financiero, ya que facilitan que los consumidores compartan sus datos financieros con terceros. Si bien la protección de los datos es fundamental, el resultado es un win-win: las empresas se vuelven más competitivas y mejoran la experiencia del usuario, que empieza a recibir productos financieros y servicios personalizados.
“Finanzas abiertas es un modelo colaborativo en el que dos o más partes comparten, a través de APIs, datos financieros de los consumidores. El fin es aumentar la inclusión financiera mediante la oferta de productos y servicios específicamente diseñados, con base en los datos compartidos. De esta manera, las finanzas abiertas pueden influir en democratizar la inclusión financiera ya que permiten que nuevos usuarios puedan tener acceso a servicios financieros sin la necesidad de ser clientes bancarizados”, explica Mónica Brenes, asociada sénior de Consortium Legal Nicaragua.
Brasil ha sido pionero en regular las finanzas abiertas y sus números lo reflejan: de acuerdo con el último relevamiento del BID, cuenta con 161 bancos, 838 cooperativas y 771 fintech.
“En Centroamérica las finanzas abiertas todavía no se encuentran reguladas. Sin embargo, es un tema que cada día causa más interés en todos los actores que intervienen en el modelo de negocios. En la región, los países más desarrollados en esta materia son México, Colombia, Brasil y Chile, ya que han adoptado el modelo de finanzas abiertas en la práctica y en su legislación”, comenta la especialista en banca, finanzas y fintech.
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¿Por qué las fintech son pioneras en el desarrollo de las finanzas abiertas?
Si bien diversos analistas se lo adjudican a la propia agilidad presente en el ADN de las fintech, otros ponen el foco en la poca regulación que tienen en América Latina.
Para Randall Barquero, socio de Consortium Legal - Costa Rica, durante la primera etapa de la adopción de finanzas abiertas, la información de los usuarios está almacenada mayoritariamente en las entidades financieras y, en alguna medida, las telcos y retailers que ofrecen ciertos servicios como financiamiento.
“Por lo general, las fintech son empresas más pequeñas y recientes que los bancos, con menos clientes y, por lo tanto, con menos información disponible para compartir al resto de los participantes en el ecosistema de finanzas abiertas. De tal manera que, en esta fase, se percibe más activas a las fintech, primordialmente de verticales como pagos y crédito digital, ya que aprovechan la oportunidad para solicitarles permiso a sus clientes para acceder, mediante APIs, a sus datos guardados en los bancos, analizar esos datos y ofrecer a las personas servicios novedosos. Posteriormente, conforme se avanza en la evolución y consolidación del esquema de finanzas abiertas, los bancos deberían tener cada vez mayor interés en acceder y aprovechar la información que los usuarios mantienen en las empresas fintech y demás participantes del ecosistema de finanzas abiertas”, analiza.
“Desde nuestra perspectiva, el correcto planteamiento, regulación e implementación de un esquema de finanzas abiertas debe tener como objetivo que, en un plazo no muy lejano, la información pueda ser compartida –siempre con el consentimiento previo del usuario– y aprovechada por todos los actores económicos autorizados a participar, de manera transversal, propiciando una mayor y mejor oferta de servicios en beneficio del consumidor”, opina el especialista en servicios financieros.
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La protección de los datos personales, el quid de la cuestión
Mientras que los datos abiertos o públicos no contienen información confidencial de los usuarios, los datos agregados representan información estadística anonimizada, para fines de análisis.
“Los datos transaccionales se refieren, generalmente, a indicadores de uso de productos y servicios, y los datos provenientes de los servicios financieros se asocian a productos como cuentas, iniciación de pagos, desembolso de créditos, pago de servicios de diversa índole. Los anteriores son solamente una pequeña muestra de los datos que pueden ser compartidos y aprovechados en un ecosistema de finanzas abiertas, siempre y cuando conste el consentimiento expreso del usuario y exista la regulación necesaria para la implementación”, especifica Randall Barquero.
Ahora bien, incluso con el consentimiento de los usuarios para compartir sus datos, existe el riesgo de filtraciones y usos inadecuados.
“Es esencial que el esquema de finanzas abiertas brinde seguridad jurídica, protección y confianza a las personas que autorizan compartir sus datos y que, al mismo tiempo, establezca reglas y límites claros para los participantes. El uso inadecuado y/o no autorizado de los datos, junto con el riesgo de ciberseguridad, debe atenderse con cada regulación que pretenda habilitar un ecosistema de finanzas abiertas”, recomienda el socio de Consortium Legal.
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